miércoles, 11 de marzo de 2009

Había una vez una isla...


































































































































































































Hubo una vez... hace ya cierto tiempo... podría decirse que cinco temporadas atrás, en que los lunes por la noche eran míos. Ahora estoy hipnotizada por la narrativa y visual de una serie que no se parece a nada, pero que retoma infinitos guiños a series de ciencia ficción: LOST. Lo que parecía ser sólo una serie más de náufragos y sus vicisitudes, se convirtió en un complejo compendio filosófico del actuar humano, tanto individual como colectivo, acompañado por un creciente suspenso, intriga y su cuota de ciencia-ficción. En esta quinta temporada parecería que las respuestas sólo son grupales.
Con reminiscencias a Memento, por los flash continuos entre pasado, presente y futuro, la serie da fe del trabajo concienzudo de un equipo de guionistas, actores y director -J.J. Abrams- que saben a dónde quieren ir, a pesar de que lo vayan descubriendo a cada paso. Nada es librado al azar, todo, desde la música y la literatura, hasta los objetos o las frases, todo tiene su razón de ser. Será por eso que lunes a lunes seguimos prendiendo la tele para saber a dónde nos llevará la isla, qué es el Proyecto Dharma, quién es Jacob, de qué lado está Ben, entre otros millones de interesantes interrogantes.

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