martes, 25 de noviembre de 2008

Una mirada sobre la lectura




Abstract: Los libros-álbum constituyen una puerta de acceso a múltiples reflexiones sobre una trama textual de difícil clasificación, pero de indudable goce estético tanto para adultos como para niños. Sin recurrir a debates históricos sobre si pertenecen o no a la literatura infantil y qué determina dicha categorización, los libros-álbum conforman un binomio perfecto: narración e imagen. Aquellos que se acercan a la lectura de estos breves textos, se ven interpelados por la convivencia de lenguajes, aceptando el desafío. Los escritores de libros-álbum apuestan a generar una transformación literaria mediante la incorporación de manera consciente y planificada de heterogéneos procedimientos retomados, por un lado, de diversas modulaciones de los relatos brevísimos y, por el otro, de la constitución desde lo visual de un mundo que combina la sintaxis propia de la imagen y su transposición didáctica.


A pesar de que los libros-álbum son un género de reciente auge, la prevalencia de este tipo de textos por sobre otros más tradicionales resulta de su carácter heterogéneo y de su origen binario, ya que los libros-álbum conforman un binomio perfecto: narración e imagen. El editor Daniel Goldin[i] de Fondo de Cultura Económica, a cargo de la colección de “Los especiales A la orilla del viento”, plantea que:
El álbum es un género editorial que pone en crisis nuestro acercamiento a la lectura. En el juego entre imágenes, palabras y silencio, el álbum trabaja a su lector, quien explora el tipo de lectura que este género propicia y sus ventajas en un mundo saturado de información.
Pero, ¿cómo se lee una imagen? La lectura y la interpretación de las imágenes de los libros-álbum requieren del lector un esfuerzo cognitivo, cierto conocimiento estético, es decir de la composición visual, del color, la línea, la perspectiva y las texturas. Es que “la imagen ya no ‘ilustra’, no clarifica a la letra escrita sino que la expande, contradice, complementa, o transita en paralelo”, destacan Ruth Kaufman y Diego Bianchi
[ii], editora y director de arte, respectivamente, de la editorial Pequeño editor.
Por su parte, la ilustradora y autora de libros-álbum Mónica Weiss
[iii] plantea:
El relato plástico también se puede leer. Leer ilustraciones es un ejercicio intelectual complejo y profundo. La lectura de imágenes de un libro presenta -al menos- dos formas ‘de entrada’: 1. Irrupción: antes de leer la primera letra impresa, ya la imagen global se nos ha introducido sin pedir permiso, instalándonos en el clima general de la obra, definiéndonos su género. 2. Exploración: la imagen ahora es buscada. Con sus secretos, sus otros caminos, sus trampas, sus coincidencias y diferencias con el texto, cada página ilustrada se vuelve un mapa.
Una investigación de campo
[iv] realizada en el año 2002 por Arizpe y Styles (2002:22) con alumnos de entre 4 y 11 años, de escuelas de diversos contextos socioeducativos, en barrios a las afueras de Londres, a los que se les presentó un corpus de libros-álbum de reconocidos autores como Browne y Kitamura, demuestra que dichos lectores tienen “conocimiento de convenciones estéticas”; son perceptivos a la “relación irónica entre el texto escrito y la imagen” y dan cuenta de “aspectos intertextuales y simbólicos en las obras”. Sin embargo, en la misma investigación se plantea que “la mayoría de los adultos ha perdido la habilidad de leer libros-álbum de esta manera ya que ignoran el todo y consideran las ilustraciones simplemente decorativas” (2002:20[v]). Las investigadoras concluyen su trabajo destacando el rol de la educación visual en la institución escolar, pero a su vez reconocen que no forma parte de los contenidos curriculares de las escuelas inglesas, en las que se pone el énfasis en competencias consideradas como “básicas” tales como la gramática y la fonética. Esto limita los desempeños de comprensión de los niños, ya que no aprenden a decodificar, sino a “construir significados”, lo que “les impide adentrarse en la historia y hacer conexiones entre las partes y el todo” (2002:28). Destacan que de esta forma se “descuida una parte esencial de los libros con mucho potencial para el desarrollo de la lectoescritura”.
En los últimos años con el acceso a las nuevas tecnologías, a internet, el surgimiento de la cultura del blog, han generado que esta brecha se haga aún mayor, por lo que los adultos deben someterse a una nueva alfabetización informática y visual. Dice Daniel Ivoskus
[vi] en su texto Vivir conectados. Sociedad, política y comunicación en la era digital que “la sociedad del conocimiento necesita más que alfabetizarse. Requiere de una ‘multialfabetización’, un aprendizaje abierto, plural, que eleve al individuo por sobre la tecnología” (2008:164). Es decir, que el sujeto debe apropiarse de la gramática de las imágenes si pretende tener una cabal comprensión de la cultura de nuestros días. Por su parte, el investigador español Miguel Rojas Mix[vii] plantea en su texto El imaginario. Civilización y cultura del SXXI que “en la civilización de la imagen, el estudio y análisis del imaginario constituyen una opción esencial para entender el mundo” (2006:21). El autor retoma el concepto de ‘imaginario’ para realizar un estudio de la imagen sin cualificación estética, intentando buscar el sentido de la imagen en la cultura actual. Y sentencia: “La imagen adquiere más y más peso en la comprensión del mundo y en el aprendizaje. Pero todavía somos analfabetos visuales” (2006:31).
Entonces, en la era del diseño de la información, las presentaciones artísticas interactivas invaden la red y los ilustradores tienen infinitas posibilidades de expresión. La página en internet del Foro de ilustradores de la República Argentina contiene información de 357 artistas asociados; en ella figuran direcciones on line, blogs personales, cuestiones que permiten difundir en forma permanente la producción, intercambiar información referida a las técnicas, dando un abanico de oportunidades a los artistas, comenzando por el aumento de la difusión de sus trabajos y el reconocimiento de los mismos. Como contrapunto, son pocas las editoriales en Argentina que publican libros-álbum: “La paradoja es tal que autores e ilustradores argentinos que publican en el extranjero, incluso en sellos editoriales con filial en nuestro país, no pueden ser leídos por los lectores argentinos”, plantean Cecilia Bajour y Marcela Carranza en el artículo “El libro-álbum en la Argentina”
[viii]. Entonces, la lectura de libros-álbum es un desafío.
Para entender lo que significa este proceso se debería intentar responder las siguientes preguntas: ¿cuánto significa en el aprendizaje de los niños el trabajo con la imagen? y ¿hay espacio en las instituciones educativas argentinas actuales para trabajar la alfabetización visual de la mano de la alfabetización verbal? El análisis de planes de estudio de carreras de enseñanza de Nivel Inicial en universidades públicas argentinas esboza que dicho espacio sigue siendo tangencial, desconociendo la capacidad de integración de tendencias del libro-álbum, en el que confluyen arte literario y plástico contemporáneo. Daniel Goldin
[ix], por su parte, es escéptico a la hora de plantear una vinculación pedagógica entre los libros-álbum y su uso en la escuela, ya que advierte: “El sentido de la educación con los álbumes, (sería) una educación por cierto muy ligada al silencio. ¿Quién está dispuesto?”, pero reconoce que “al leer un álbum, el niño es presa de dos impulsos contradictorios. Por una parte, la narración lo incita a dar vuelta a la página. Por la otra, la imagen lo retiene”. Es decir que las secuencias didácticas planificadas con este tipo de textos permitirían, por un lado, destacar el valor de la lectura de literatura en la escuela[x] y, por otro, desarrollar y “alentar (en los lectores) la práctica inveterada del fantaseo, la ensoñación y el pensamiento silvestre”[xi]. Por su parte, Donis Dondis en su texto La sintaxis de la imagen. Introducción al alfabeto visual destaca la importancia de la alfabetización visual ya que ésta “permite enjuiciar con criterio propio lo que se considera apropiado y estéticamente placentero […] hace de los que la han alcanzado observadores menos pasivos” (2007:208).
Otros investigadores como Kiefer (2004:55) y Sinatra ponderan la vinculación de la enseñanza de los libros-álbum con la adquisición de la alfabetización visual y refieren el desconocimiento de esto por parte de las instituciones educativas, destacando, además, que “la alfabetización visual es indispensable para pensar” (2004:75).


[i] Daniel Goldin está a cargo de la colección y edición de “Los especiales de A la orilla del viento”, de FCE, en la que se publicaron hasta el 2001 en Argentina libros de excelencia artística y autores de reconocimiento internacional. Cf. Entrevista “El álbum, un género editorial que pone en crisis nuestro acercamiento a la lectura” realizada en la Revista Nuevas hojas de lectura. http://www.nuevashojasdelectura.com/p-indicehl09.htm (31/03/08).
[ii] “Una cuestión de imagen” en Revista Ñ. 15.07.2006. http://www.clarin.com/suplementos/cultura/2006/07/15/u-01233853.htm
[iii] Según Mónica Weiss: “En música, en arquitectura, la noción de contrapunto es frecuentemente usada para analizar obras compuestas por diversas subestructuras, por diversos lenguajes. En tal sentido, con su obligada conjunción entre texto e imagen, el libro ilustrado aparece como un caso claro de contrapunto”. Citado de “El contrapunto en el libro ilustrado” en http://forodeilustradores.com.ar/articles/weiss-01.htm (24/09/2008)
[iv] ARIZPE, Evelyn y STYLES, Morag. “¿Cómo se lee una imagen? El desarrollo de la capacidad visual y la lectura mediante libros ilustrados” en Lectura y vida. Revista latinoamericana de lectura. Año 23, Nº1. Marzo 2002.
[v] Cf. La cita corresponde a Nicolajeva y Scott, citados por Arizpe y Styles, op. cit. Las autoras explican que entienden capacidad visual (visual literacy) como “la construcción activa de significado de experiencia visual pasada junto con mensajes visuales que van llegando” (Conceptos extraídos de Sinatra R. 1986).
[vi] Daniel Ivoskus. Vivir conectados. Sociedad, política y comunicación en la era digital. Buenos Aires: Norma, 2008.
[vii] Daniel Rojas Mix. El imaginario. Civilización y cultura del SXXI. Buenos Aires: Prometeo Libros, 2006.
[viii] Bajour, Cecilia y Carranza, Marcela. “El libro álbum en argentina” en Imaginaria. Revista quincenal sobre literatura infantil y juvenil. N° 107 - Buenos Aires, 23 de julio de 2003. http://www.imaginaria.com.ar/10/7/libroalbum.htm#bajour (07/06/08).
[ix] Daniel Goldin, op. cit.
[x] Teresa Colomer plantea en su artículo “La enseñanza de la literatura como construcción de sentido” que “la alfabetización social diversificó los usos de la lectura y la escritura, la extensión de la escolaridad incorporó sectores sociales para los que las formas habituales de enseñanza resultaban ineficaces, la irrupción de los instrumentos de comunicación audiovisual contribuyó a satisfacer la necesidad de ficción propia de los seres humanos ofreciendo otros canales de formación del imaginario colectivo, y los mecanismos ideológicos para crear modelos de conducta y de cohesión social hallaron también nuevos cauces en los poderosos medios de comunicación. Por otra parte, la emergencia del discurso tecnológico y científico eclipsó el prestigio de las humanidades en una alarmante contraposición que ha llevado a denunciar el fin de la cultura de la palabra (Steiner, 1990)”. Y continúa, “y, sin embargo, la consistencia de la literatura como instrumento de la construcción cultural de los individuos y las colectividades continuaba ahí. El significado, la cultura y el lenguaje son campos de interés central en el mundo actual y ello ha conducido al encuentro continuado de diversas disciplinas con la reflexión sobre estos temas producida desde la teoría literaria a lo largo del tiempo” (2001:3).
[xi] Daniel Goldin, op. cit.

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